Iván Cepeda Castro
Senador de la República
Bogotá, 18 de diciembre de 2017
Debo confesar que uno de los momentos más emotivos del año que termina fue la visita que realizamos en noviembre al Hospital Militar Central en compañía de la Representante Clara Rojas y como una actividad de las Comisiones de Paz del Congreso de la República.
En medio de los debates cruciales del Fast Track y de las dificultades del proceso de implementación del Acuerdo de Paz, fue contundente constatar que el Hospital Militar ya no es un hospital de guerra y que el conocimiento y la experiencia acumulados durante años de conflicto se pueden proyectar para fortalecer y ampliar este centro de salud pensando en un futuro de paz. Pudimos confirmar que desde que se acordó el cese bilateral se han salvado 2796 vidas, supimos de viva voz del personal médico que Colombia pasó de atender 388 soldados heridos en combate en 2012 a 24 en 2017, nos dijeron que mientras en 2013 practicaron 113 amputaciones, este año fueron tres los soldados afectados.
Sin embargo, no todas las emociones son positivas. Durante el año que terminan fueron asesinados 120 líderes sociales y defensoras de derechos humanos, de manera sistemática y premeditada y no “por líos de faldas”, como dijo irresponsablemente el ministro de defensa. Es evidente que este año que termina el país se polarizó entre quienes queremos avanzar en la construcción de la paz que sigue al fin del conflicto y quienes quieren a toda costa “hacer trizas” el Acuerdo final.
Este balance de vidas que se salvan y vidas que se pierden nos permite hacer una reflexión en estos días de navidad para pensar los desafíos que enfrenta el país en el año 2018.
Es un año electoral, lo que quiere decir que las ciudadanías van a decidir con su voto la suerte de la implementación de la paz y los cambios que se requieren con urgencia en asuntos cruciales como salud, educación, seguridad, pensiones, empleo y protección del agua y la naturaleza. El año 2018 debe ser el año de la paz completa que permita prolongar el cese bilateral y avanzar hacia un Acuerdo con el Eln y lograr una solución con el Clan del Golfo para su sometimiento colectivo a la justicia.
Es un año en el que padeceremos las consecuencias del “fenómeno de la niña” (una intensa temporada de lluvias) que pondrá de manifiesto que el cambio climático nos toca y nos afecta y que es urgente mitigar sus efectos y adaptar el territorio y la sociedad a esa nueva realidad.
Ojalá el próximo año se puedan hacer las consultas populares que definirán la explotación minera en 35 municipios y cuyo aplazamiento pone en cuestión la democracia participativa.
Es un año que se asoma con nubarrones en la economía y que obliga a repensar un modelo económico que se sustenta en la explotación de petróleo y gas y que posterga la recuperación del campo y la reactivación industrial. Será un año de luchas sociales de quienes resisten los impactos de ese modelo y buscan un país en donde no los maten por protestar y exigir, un país en el que se consolide la paz y se hagan realidad los derechos sociales y económicos.
Hoy más que nunca comparto con Eduardo Galeano que nuestra principal obligación es “dejar el pesimismo para tiempos mejores”, que vamos a hacer del Acuerdo de Paz una oportunidad para avanzar en los derechos, que podemos celebrar de verdad una navidad en paz y un año nuevo feliz.